El inagotable Felipe Contreras (1982 – 2023)

Hace un año atrás, con profunda tristeza, me enfrenté a una pantalla en blanco para dedicar unas palabras a alguien muy especial para mi, y para todos nosotros en el directorio, como era nuestro querido amigo Felipe. En esa oportunidad no pude, no tuve la fuerza de terminar su obituario, así que hoy, a un año de su partida, Felipe, esto es para ti. Se que no soy el más indicado para dedicarle estas palabras, porque a Felipe lo conocí solo hace unos años, cuando comenzábamos el trabajo en lo que después de volvería el directorio SOCHEM, puntualmente el 2011. No conozco mucho más de su vida antes de esos primeros encuentros, no lo conocí de infancia en el hospital, no lo conocí en el colegio, ni en su paso por la universidad, pero encontré en Felipe un amigo, un apoyo importante en nuestro trabajo y un hombro, una persona sensible que me abrió las puertas de su casa y me escuchó cuando estuve mal, y que brindó conmigo cuando estuve bien.

Para realizar esta semblanza, tuve la ayuda de Jorge Tapia, que dedicó unas hermosas palabras que se suman a este texto, al igual que Pamela Yebul, de quien tomé prestado las palabras finales.

Me parece oportuno comenzar con una cita, y más oportuno aún que esa cita sea de un autor venezolano -una cultura que amaba Felipe-. Rómulo Gallegos, en uno de sus libros más famosos, dijo “hay personas que, entre pensar y hacer, le salen canas”. Mi amigo lo tenía claro, y por eso siempre fue un hombre de hacer.

Felipe Contreras Sepúlveda nació un 29 de agosto de 1982, portador de una hemofilia A severa y además con inhibidores, que le dejaron enormes secuelas de las que siempre supo reponerse y demostrar que se podía hacer más y ser más.

Egresó del colegio para estudiar el 2000 un bachiller en música, una de sus tres pasiones, siendo las otras dos, su mujer Anaías y su vocación de ayudar a otros a través de su saber. El 2008, cambiando de rumbo, inició sus estudios en Kinesiología, egresando el 2013.

Comenzamos a trabajar en armar una nueva agrupación de pacientes para Chile el 2012, participando de charlas y armando un proyecto que tuviera un impacto en la vida de las personas con hemofilia de nuestro país. Inicialmente, nuestra idea era partir de cero, pero pronto nos dimos cuenta que no había más remedio que reflotar la actual corporación, en ese entonces, abandonada.

Fue entonces que Felipe se sumergió en los archivos del Ministerio de Justicia buscando, primero los estatutos que estaban perdidos, y luego tramitando las gestiones para reactivarnos, una tarea que tomó casi cuatro años.

El 31 de mayo de 2014 comenzamos oficialmente nuestro trabajo directivo, primero asumiendo como secretario del directorio, cargo que después dejaría para asumir la vicepresidencia del directorio el 2017, posición que mantendría hasta sus últimos días.

La vida de Felipe cambió para siempre un día de junio de 2017, cuando conoció a Anaías, su amada esposa. No conocí a nadie que amara tanto, y lo expresara tan abiertamente como Felipe, con claro orgullo. Compañeros de iglesia, se conectaron como si se hubiesen conocido de toda la vida. Felipe supo de inmediato que era la indicada, me confesaría en una de esas conversaciones que tuvimos donde siempre aparecía el consejo de Felipe. Quizás por eso, solo un año más tarde se casarían, profundamente enamorados.

En el trabajo directivo Felipe encontró un camino no explorado antes, para integrar la kinesiología con el apoyo entregado a los pacientes en la corporación, y en ese camino se sumó otro gran amigo, Carlos Cruz, colega con el que comenzarían a trabajar en proyectos de investigación y a buscar formas innovadoras de hacer rehabilitación entre nuestra comunidad.

Felipe fue una pieza fundamental del motor que convirtió a SOCHEM en lo que es hoy. Si alguna vez destacaron nuestra labor desde la Federación Mundial de Hemofilia fue, sin duda, gracias al trabajo que realizábamos con él, en base a su energía, su pensamiento positivo y crítico, nunca conformándose, siempre buscando mejorar.

Hoy, un año desde su partida recordamos su labor y su legado con nostalgia, con pena, pero sabiendo que estaría contento con lo logrado, y orgulloso de que siguiéramos trabajando en su nombre. El próximo 25 de agosto, en honor a nuestro querido amigo, realizaremos la segunda corrida de SOCHEM, una actividad que impulsó y organizó él mismo y que hoy lleva su nombre.

Felipe, tuviste un corazón noble, un físico impetuoso más allá del dolor, resiliente y luchador, queremos honrar tu vida dando gracias por cada momento compartido, queremos enaltecer tu labor siguiendo con tu legado y esperamos cada día hacerlo crecer.

Te extrañaremos siempre. La comunidad SOCHEM, te extrañará por siempre, Felipe.